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Pensar mucho no es inteligencia, es ansiedad

Esto puede sorprender a muchos pero, Pensar mucho no es inteligencia, es ansiedad.
Yo solía creer que pensar mucho, analizar las cosas, buscar muchos ángulos a las situaciones y buscarle sentido a todo era un rasgo de inteligencia, pensaba que yo era alguien analítico y profundo. Y pues, en parte lo soy, hay un genuino gusto por ello, sin embargo, esto también se desarrolló debido a mis problemas de ansiedad y justo ese sobrepensamiento mantenía dichos problemas.
El pensar por periodos extensos de tiempo suele ser un rasgo de problemas de ansiedad y una carencia en dos habilidades:
1 – Capacidad de mover tu atención a otras cosas y tolerar el malestar de la incertidumbre, la falta de coherencia o del malestar emocional en general. Muchas veces sobre pensamos (rumia) para evitar otros malestares, aunque irónicamente esto nos produzca más malestar
2 – Hay un déficit en la capacidad de pensamiento concreto y un exceso de pensamiento abstracto. El pensamiento concreto es aquel que disminuye al máximo posible interpretaciones y juicios, se limita a describir las situaciones y esto es muy efectivo para la solución de problemas. Por otra parte el pensamiento abstracto se caracteriza por hacer muchas interpretaciones, juicios y “resumir” muchas ideas en una sola pero a través de interpretaciones e ideas.
Por ejemplo, “Mis amigos no me quieren, seguro me están ignorando” vs “Mi amigo Juan no me ha respondido en dos horas al mensaje sobre la tarea”. El primero no nos sirve para resolver nada, no da información útil sobre lo qué sucede y el problema a resolver, además genera más activación emocional innecesaria debido a la interpretación, mientras que el pensamiento concreto previene dicha activación innecesaria y da información concreta para abordar la situación, por ejemplo, escribirle de nuevo para preguntarle sobre la tarea.
Solemos desarrollar la rumia como un mecanismo de adaptación al malestar, también al ver como otros lo usan. Si en algún punto de mi vida veo que sobrepensar me aleja de otros malestares, baja mi incertidumbre, encuentro un significado a algo que me hace sentir mejor, etc., pues claro que uno lo seguirá haciendo. Pero es una trampa ya que desarrolla un habito fuera de control.
Es como el cigarro y el clásico “puedo dejarlo cuando quiera”. El analizar, filosofar y el pensamiento abstracto tienen sus utilidades, la cuestión es no ser esclavo de ello ni usarlo como forma de evadir problemas.
La meta es “pensar poco y bien, no mucho y mal”. Si llevas más de 15 minutos pensando sobre algo y no has llegado a una solución, detente, puede que estes dando vueltas en círculos y solo estes rumiando. Piensa a donde quieres llegar y observa la situación de forma descriptiva, sin juicios ni interpretaciones.
Lo más peligroso de esto es que asociamos este problema como algo bueno y como parte de nuestro “ser” o personalidad, incluso le damos un gran valor. Cuando me entere de esto me sentí muy perdido ya que siempre me enorgullecí de mi capacidad de análisis, y es que si la tengo, pero era esclavo de ella y mantenía mis problemas de ansiedad. No caigas en la misma trampa. Pensar mucho no es inteligencia, es ansiedad.
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